Un cuadro del Paseo de Las Canteras

Por Sakura

Me parece increíble que la ciudad de Las Palmas tenga una playa tan bonita con hoteles, restaurantes, bares, bazares, etc. a fin de que los habitantes y los turistas la disfruten día y noche.  Además allí fue donde comencé a trabajar por primera vez fuera de mi país.  En  un restaurante.  ¡Qué nervios tenía!

En ciertas épocas del año,  el restaurante se abarrotaba  de  marineros paisanos míos. Tras permanecer varios meses en alta mar arribaban al Puerto de La Luz y tenían  tres días de descanso.  Como querían disfrutar de esos días al máximo, no dudaban en emborracharse, dar gritos y cantar muy alto.  Todo esto generaba un ambiente tenso y extremo. Durante esos días locos en los cuales los marineros venían a cenar,  la gente normal no se atrevía entrar en el restaurante.

Cuando la flota salía del puerto, volvía la tranquilidad.  Un día el jefe me dijo que fuera a trabajar por la mañana.  Aquel día hacía muy buen tiempo: cielo azul, suave brisa, y todo estaba agradable.  A pesar de que no era la temporada, entraron dos marineros jóvenes. Cuando terminaron de almorzar,  llegaron la mujer y la hija del jefe.  Los chicos se quedaron sorprendidos, porque no imaginaban que se fueran a encontrar con una compatriota tan pequeña y simpática en ese lugar.  Enseguida demostraron mucho cariño hacia ella.  Conversaron un poco y salieron todos juntos a la playa corriendo uno detrás de otro.  Se reían y la niña estaba exultante de felicidad.  Yo lo contemplaba todo con una sonrisa a través de la puerta de la entrada del restaurante.  Me pareció como si fuera un cuadro cuyo marco fuera la puerta y estas tres personas, el cielo azul, la luz del sol y la playa el tema de la pintura. Me gustó tanto que lo guardo como el mejor recuerdo de aquella época.

A los cinco meses, me marché de allí y empecé un  nuevo trabajo. Un par de años más tarde se cerró el restaurante.  Hoy día si pasean por Las Canteras, se encuentra un nuevo restaurante en aquel sitio.  Los que siempre están ahí y no se van son el cielo azul, el sol y la preciosa playa.

Destino Canarias

Por Gianlu

Era el lejano 2008 cuando G.B., ciudadano del mundo, tocó por primera vez las mágicas tierras de las Islas Canarias.

El invierno de ese año lo estaba pasando por los Alpes, trabajando de cocinero durante la temporada de nieve en un refugio a 2500 metros de altura. Cada martes, en mi día de descanso, bajaba a la ciudad y dedicaba unas horas buscando algún trabajo en la red, planteando la temporada de sol. Entre las varias oportunidades en las islas italianas, un afortunado día se me presentó un puesto como cocinero en el Hotel “Princesa Yaiza” en el sur de Lanzarote. El 21 de abril de vuelta de un viaje a Mexico que me quise regalar después del duro periodo pasado en las montañas, llegué a mi casa en Italia, cambié la mochila por un equipaje más sólido y a los dos días estaba volando con destino Arrecife. Aunque el principio fue un poco amargo, debido al comportamiento del conejero a veces un poco cerrado  y seco, terminé por enamorarme de las islas, de sus climas, de su gente y aquí sigo. El febrero del 2010 decidí conocer más y vivir otras realidades que no fueran las de un paisaje lunar y se vino a Las Palmas.

Pienso que las Islas Canarias son un sitio perfecto para pasar la mayoría de los meses del año aunque la falta de trabajos dignos hace mas difícil que  se sostenga este pensamiento y a veces me veo obligado a salir y trabajar una temporada en el extranjero.
Podría seguir mucho con la historia, han sido cuatro años muy buenos y tengo proyectos para el futuro a corto plazo bastante válidos que me dan  ganas de luchar y levantarme cada día. Difícilmente cambiaría esta tierra por otra para vivir de momento. Lo que sí busco es una estabilidad con un equilibrio entre cultura, deporte,  vida laboral y vida social, por supuesto.

Parte del mundo

Por Farfalla

Creo que una persona comprende verdaderamente el significado de conocer otro idioma  solo en el momento en que sale de su país. Hasta entonces siempre ha estado uno protegido en el subcosciente de las alas protectoras de su gente.

Hablar es como respirar, sale tan instintivamente que tampoco nos damos cuenta. Hasta que un día, por cualquier razón, dejamos nuestro lugar para ir al extranjero y nos damos cuenta de que existe todo otro mundo fuera del nuestro. Desgraciadamente lo que acabo de mencionar es muy triste porque en realidad describe un estado de ignorancia terrible, pero es lo que hay, la mayoría de las personas nunca sale de su país de origen.

Por lo que he vivido y aprendido, los jóvenes del norte de Europa son mucho más abiertos e independientes respecto a los del sur. Al cumplir los 16 años dejan el hogar (mejor dicho, son los padres los que les dicen que dejen el hogar) y estudian mucho hasta encontrar un trabajo en cualquier sitio que se presente.

Aunque haya viajado muchísimo en mi vida desde mi infancia, entendí el valor de conocer un idioma solo cuando llegué a Londres. Estudié varios meses en un college y allí había jóvenes de todas las partes del mundo, de los sitios más lejanos que pudiera imaginar,  pero tan cerca gracias solo a un idioma que podía unirnos a todos.

Aprendí no solo un idioma sino la capacidad de interactuar con distintas culturas y hábitos, pude ampliar mi mente ante nuevas fronteras. Saber otros idiomas es poder hablar con el mundo, es sentirse parte de él.

Flotando en las nubes

por Mikey English

En esta isla hay muchos lugares especiales para mí: la Cícer y sus olas, mi terraza y su vista, una playa secreta cerca de Bañaderos, un restaurante único cerca de San Felipe, un apartamento maravilloso en Mogán. Sin embargo, el sitio que he elegido es la Cruz de Tejeda y su vista inmejorable del pico del Teide flotando en las nubes.

No me refiero a la Cruz de Tejeda lleno de turistas durante los días, sino a la Cruz de Tejeda que se puede ver en mi foto. Quizás este sitio no sea más especial que los otros lugares que mencioné anteriormente, pero en mi opinión, es la mejor foto de un paisaje que he tomado en mi vida, y por eso la he elegido. Más que nada, es un recuerdo para mí de que hay mucho más en Gran Canaria que la ciudad de Las Palmas y las playas, y con solo un poco de esfuerzo, se puede llegar a sitios tan bellos como este. También, en los momentos que me siento un poco claustrofóbico debido a vivir en una isla pequeña, esta foto me recuerda que hay otras tierras muy cerca de Gran Canaria por explorar.


Una noche hace tres años, fui por mi cuenta al centro de la isla con mi cámara nueva y dos intenciones: primero, escapar de la ciudad de Las Palmas para reflexionar un poco sobre mi vida, si decidir  quedarme aquí o volverme a Inglaterra; y segundo, ver la puesta de sol en el centro de la isla. Después de visitar este lugar bonito un par de veces durante el día, había estado diciéndome durante un tiempo que iba a ir a tomar una buena foto buena del atardecer. Así que fui por la mañana y después de visitar algunos otros sitios, llegué a la Cruz de Tejeda y encontré un hotel barato. No era durante las vacaciones, y El Parador no se había abierto todavía, así que sabía que no iba a haber casi nadie ahí por la noche.

Y así fue. Después de descansar por la tarde, fui a comer en la terraza del restaurante del hotel con sus vistas del Teide y Roque Bentayga en frente. Comí la especialidad de la zona,  que era cordero, y esperé por la puesta de sol. Había un camarero, dos o tres locales y un ambiente muy tranquilo y sereno. Yo estaba muy impresionado por la belleza del lugar y cuando el sol se puso fue tan increíble como se puede ver en mi foto.

Me acosté temprano, y con las ideas muchas más claras: ¿Como iba a dejar un sitio tan bonito como Gran Canaria para volverme a Inglaterra? En ese sitio y esa noche, decidí continuar mi vida aquí. No me he arrepentido de mi decisión ni una vez desde entonces. Y tengo una foto para recordar siempre las razones.