por Matrioschka
Aprender idiomas es mi hobby. El primer idioma extranjero que aprendí fue el inglés. Cuando tenía cuatro años mis padres me regalaron un libro de inglés para niños. Era un libro muy divertido con versos cortos y fáciles de memorizar y me hacía mucha gracia recitarlos. Luego fui a un colegio especializado en inglés y le cogí el gusto tanto que seguí estudiándolo en la universidad. Como para mi carrera era obligatorio escoger un segundo idioma, mi intención era empezar con el español, pero no fue posible y al final opté por el alemán. Aunque al principio me pareció un inmenso rompecabezas, poco a poco se fue resolviendo y ahora manejo el alemán muy bien.
El deseo de aprender español fue una de las razones por las que decidí instalarme en Canarias. Por lo tanto, lo estoy aprendiendo no por obligación, sino porque tengo mucho interés por la cultura hispana, desde la historia, la literatura, la música y el cine hasta la gastronomía y el baile. Saber hablar español me permite entrar en contacto con personas nativas y así conocer otro tipo de pensamiento y, por ejemplo, entender chistes que no se pueden traducir. Desde mi punto de vista, el dominio de un idioma va más allá de una acumulación de palabras y estructuras gramaticales. Lo más difícil y fascinante es llegar a interiorizar un idioma con todos sus matices hasta poder jugar con él.
Lo curioso es que antes de empezar a aprender español tenía las lenguas bien separadas en el cerebro y no me costaba cambiar entre ellas. Ahora todo se me mezcla de tal modo que a veces ni siquiera encuentro la forma de decir algo en mi lengua materna. Como mi marido también sabe varios idiomas, hablamos en un popurrí de lenguas eligiendo las palabras y frases que nos parezcan más apropiadas. Muchas veces la gente me pregunta en qué idioma pienso. Aunque esto depende de la situación y de lo que esté pensando, resulta que a la hora de pensar no mezclo los idiomas tanto como a la hora de hablar, lo que me da la esperanza de restablecer el orden en mi cabeza. La sensación más rara que jamás he tenido es saber perfectamente lo que quiero decir y no poder expresarlo en ningún idioma.
Estoy convencida de que saber una lengua diferente a la nativa es algo muy enriquecedor. Pero a pesar de que me gustaría aprender más idiomas, prefiero perfeccionar mi español y conseguir así manejar cuatro idiomas sin ninguna dificultad. En general, creo que una lengua -sea materna o no- se aprende durante toda la vida, ya que los idiomas reflejan el mundo y siempre cambian adaptándose a una nueva realidad.