Vivir en Gran Canaria es vivir en una isla volcánica, con un excelente clima, temperaturas muy agradables, tiempo seco todo el año, disfrutar de sus playas, de sus magníficos paisajes montañosos con o sin pueblos, poder admirar sus especies endémicas, unas más protegidas en sus jardines y otras menos preservadas… Es también conocer un poco su historia, sus pueblos y su cultura. Yo he elegido fotografiar un drago, una especie endémica que se admite que tiene doscientos treinta años.
Mi visión especial es para el Barranco de Alonso, cerca de Santa Brígida donde vive el Drago del Pino Santo, también conocido como Drago de Hoya Bravo, un ejemplar espectacular muy antiguo, probablemente silvestre y espontáneo. Poder admirarlo, ver la altitud donde habita, cómo vive en las lavas, cómo su tronco enorme brota de las rocas volcánicas, analizar cómo se ramifica en quince intrincadas ramificaciones, ver cómo termina en una gran copa fungiforme y regular es para mí visitar un microparaíso. Luego, cuando se observa el entorno, la variedad de especies adaptadas a la sequedad de su clima y el Drago en riesgo de caída por la destrucción de parte de la lava que es su apoyo , nos quedamos ahí a imaginar cómo hubiera nacido el Drago del Pino y como irá él sobrevivir. Revisitarlo siempre es mi deseo.