Por Beatriz González Ramírez
Un año más, como profesora del nivel Básico de Español/LE me contemplo ante el asombro de conjugar el verbo ser como un acto fundacional, observada por personas de múltiples procedencias y culturas que oyen sonidos nuevos y se encuentran ante la aventura de aprender a nombrar el mundo y revisarse a sí mismos con otro idioma.
Empieza la fiesta de gestos, esfuerzos y palabras. Innumerables puentes de sentido comienzan a tenderse en el aula: desde mí hacia ellos, desde ellos hacia mí, desde cada uno de ellos hacia los demás.
La situación comunicativa que se genera en un aula de español para extranjeros principiantes de diferentes nacionalidades es de una complejidad y riqueza extraordinarias y pone en marcha una ingeniería ancestral y sofistacada a un tiempo: deshacer piedra a piedra la Torre de Babel y reutilizar dichas piedras para construir todos los puentes.