por M. S.
Todas las mañanas de invierno,
Como no quería despertarme.
Mi cama era mi fortín,
Donde podía estar sin fin.
Ruego a Dios, y luego a mi madre,
Por qué no me pueden dejar hasta más tarde.
Abrí mis ojos y se fueron mis antojos.
Miré por la ventana y vi la fría mañana.
Preparé mi hornada para una ruta nevada.