Por Alessandro Migliaccio
Mi sol, mis calles, mi viento, mi gente, mi rutina dictada por el aburrimiento, mis lugares, mis sueños juveniles, mis recuerdos… Nada de todo eso me falta ahora y si un día me faltara sería solo por un momento porque es grande el amor por mis nuevos descubrimientos.
¿Cómo podemos quedarnos atrapados en un sitio falsamente idealizado cuando tenemos un mundo tan variado, tan rico y tan desmesurado que debería él solo quitarnos las ganas de querer volver a nuestro pasado?
Entiendo que muchos quieran celebrar sus tierras como si ningún lugar pudiera competir con ellas o que simplemente les guste sacar solo lo bueno olvidándose de todo lo malo, pero yo no, yo no puedo. Yo juzgo mi patria como hago con todo el resto y si tengo algo que le agradezco, eso es solo el hambre que me dejó por conocer lo diverso.