Por Peter Hubertus Alemán
Es el dialecto de la gente de una región que me abre el corazón; es una combinación de siluetas, colores, sonidos y platos que así solo existe allí: colinas verdes o cubiertas de nieve, el castillo en la más alta, edificios históricos en el casco antiguo, unas calles y plazas adoquinadas, las campanas de las iglesias —que malditas sean—, la salchicha asada en el mercado central. Esto es lo que queda.
Amigos que ya no están allí; lugares de encuentro de la juventud: bares, discotecas, el gimnasio de squash…; la chica con quien habrías podido ser feliz y que en la realidad es esposa de otro y tiene dos hijos. Esto es lo que no quedó, es tierra perdida que solo existe dentro de mí.