Por Wojciech Sieminski
Soy de Polonia. Nací en Lublin, la ciudad más grande al este de Varsovia. Aunque es una ciudad bastante grande, tiene un ambiente local. Cuando era pequeño se decía que era como Roma, situada entre siete colinas, pero la verdad es que en Lublin hay muchas más colinas. Es una ciudad hermosa, antigua y muy pintoresca. Tiene un barrio antiguo con el castillo en la colina en el centro de la ciudad.
Salí de Polonia hace dos años y medio, junto con mi esposa y mis dos hijas, que entonces tenían dos y cuatro años. Decidimos navegar alrededor del mundo en un yate de vela, sin prisa.
Pero cuando llegamos a las Islas Canarias, después de unos meses de navegación, fuimos atraídos aquí por el clima local, una cultura diferente, pero sobre todo por la gente. Así que decidimos parar aquí un poco más para conocer la cultura española y canaria, y especialmente para aprender español.
Echamos de menos Polonia, con sus cuatros estaciones expresivas, con nieve invernal, pero sobre todo las costumbres navideñas polacas y las relaciones familiares.
Aunque amamos mucho nuestro país, las Islas Canarias se han convertido para nosotros en una pequeña segunda patria.
Las Palmas es un poco similar a Lublin, porque también tiene muchas colinas y tiene un barrio antiguo casi tan viejo como hay en Lublin. Pero aquí el sol brilla casi siempre, la gente parece sonreír más a menudo, es más abierta, amable y casi siempre está dispuesta a ayudar.Para nosotros, cada lugar que visitamos significa principalmente la gente que conocemos allí. Hay mucha gente maravillosa en Polonia, pero aquí también, y de manera diferente. Es fantástico y muy atractivo. También la diversidad de cultura, costumbres, arquitectura en Las Palmas y, en general, en las Islas Canarias en comparación con Polonia es extremadamente diferente y atractiva para nosotros. Y, además, una de las personas más agradables que hemos conocido aquí, con un sentido de humor inusualmente maravilloso, es nuestra profesora de español en la escuela.
Por supuesto, volveremos a Polonia, naturalmente después de (¿y quizás sin…?) terminar de navegar alrededor del mundo, porque es nuestra patria, que amamos, y no imaginamos la vida para siempre en otro país. Pero entonces, en nuestros corazones tendremos por siempre un recuerdo indeleble y extremadamente positivo de tantas personas maravillosas en las Islas Canarias que ya conocimos y que seguramente todavía conoceremos aquí. Y también, de tantos lugares hermosos que visitamos aquí. Probablemente para siempre las Islas Canarias seguirán siendo para nosotros nuestra segunda pequeña patria, y especialmente para nuestras dos hijas, que aunque ahora son muy pequeñas, ya hablan español con fluidez.
Así que, gracias por todo.