Por C.I.
Los juegos de niños huelen al azúcar de la nube de algodón mezclada con el olor del incienso.
La música huele a madera impregnada de resina.
La casa huele a pasta casera y a pan fresco.
El amor, a flores que vuelan suspendidas en el viento.
La vida huele a chocolate, canela, jengibre y comino, al aroma de todas las especias mezcladas con el del mar.
La paz huele a ropa limpia.
Muy original, bonita y transmite ternura. ¡Felicidades!
Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Vilma.