Voces de Oriente (Relatos de inmersión) #4

Soy Min, de Shanghai. La primera vez que vi una «ñ» en un letrero, pensé que era muy raro, ya que nunca lo había visto. Cuando escuchaba a los españoles hablar antes de entender lo que decían, parecían que estaban hablando una lengua muy difícil de entender. También, no podía aceptar que el jamón estaba crudo y que la carne estaba poco hecha, pero ahora me parece que están muy ricos. Hay mucha diferencia de cultura y de vida, y me parecía haber llegado a un mundo diferente. Pero me pareció que los españoles eran muy entusiastas y amables.

Empecé a estudiar en casa escuchando vídeos y leyendo textos, pero progresaba poco. No conocía el alfabeto y lo aprendí con estos vídeos. Nadie me ayudó en este proceso ni tampoco hablaba en español con otras personas. Los primeros meses solo sabía decir «hola», «adiós» y «gracias». Luego, me fui a la Escuela de Idiomas. Aprendí más de dos años y podía entender al profesor un cincuenta por ciento. Me acordaba de las palabras pero no de la gramática. Después me preparé para quedar embarazada. Necesitaba ir al médico cada mes para hacerme una revisión y tenía que conversar con el médico. Poco a poco aprendí más palabras y a hablar mejor. El año pasado volví a la Escuela de Idiomas. Como ya sabía lo básico, pude entender a la profesora. Aprender nuevas palabras y gramática me resultó más fácil.

Vivir en un país que tiene un idioma diferente que es muy difícil de hablar es muy duro. Puedo vivir normal, pero no puedo explicarme bien ni puedo entender exactamente a otras personas. Algunas veces, incluso puede haber malentendidos. Ahora ya puedo decir las cosas cotidianas para vivir, puedo ir de compras, ir a restaurantes, puedo charlar sobre cosas básicas con mis amigas y puedo llevar a mi hijo a la pediatría para que lo revisen y lo vacunen porque no es muy difícil. No puedo charlar sobre deporte, cotilleo ni política. Tampoco puedo ir al cine porque no puedo entender muchos diálogos ni puedo ir al banco o al hospital porque no puedo entender muchos diálogos profesionales ni sé hablar su terminología técnica. Tampoco puedo sacarme el carné de conducir.

Me gustaría llegar a un nivel de español superior al «B». Dedico de dos a tres horas diarias al estudio del español. Sigo a una persona española que ha trabajado y ha vivido en China siete años, que se llama Guille. Trabaja para la empresa Alibaba. Sube dos vídeos y dos diálogos a la semana en Wechat para enseñar a los chinos a hablar español. Es una App y gasto dinero para comprar su lección de: «Una frase que aprender cada día». Hay miles de chinos que aprenden con él. Su objetivo es enseñar a un millón de chinos. Ya he aprendido con él dos años y es una nueva forma de aprender español.

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