Por Adriano Gilardone
El domingo mi mujer y yo fuimos al «Peccou de goa» un restaurante italiano, concretamente de Liguria. En Italia casi todos los restaurantes tienen comida de su propia región, o a veces de la misma ciudad, así que es impropio hablar de comida italiana y es mejor especificar la región.
La ubicación de esta pizzería está en pleno centro de la ciudad, en la calle Bernardo de la Torre. El sitio es pequeñito con apenas seis mesas, aunque hay una sala apartada poco usada que puede acoger hasta a quince clientes. Casi siempre hay poca gente a pesar del hecho de que la comida está superbuena.
La carta es variada e incluye, además de la pizza, pasta, carne y opciones veganas. La particularidad de este lugar es que todo es casero. Los ingredientes son de primera calidad y se nota la mano de un buen chef. Para los italianos es complicado comer en el extranjero porque no se fian tampoco de sus compatriotas. Somos un intransigentes en este sentido y comer para nosotros no es solo una necesitad sino un cosa más profunda, un estilo de vida. En cuaquier caso, aquí se respira Italia y eso nos encanta.
Como entrantes pedimos una «Farinata», una típica focaccia ligure hecha con harina de garbanzos y aceite de oliva. Se puede también pedir con la variante al gorgonzola, un queso producido en Lombardia y Piemonte que puede ser dulce o picante. Como nosotros comemos pizza no nos hemos interesado por las pastas, pero también las aconsejo. La sirven en platos de terracota para saborear mejor el gusto.
La pizza que pedimos era de harina integral y con masa madre y eso para nosotros es lo más importante porque se digiere mejor. La pizza se suele dividir en dos macro categorías: la napolitana y la no napolitana. La primera es más pequeña y más alta con el borde suave y mucho más pesada que la segunda, cuya consistencia yo prefiero. Aquí la hacen no napolitana con masa crujiente y borde ni alto ni bajo. El tomate, la mozzarella y el aceite, que son los ingredientes más importantes, son muy buenos. Yo pedí una con prosciutto crudo de Parma, un jamón más dulce y suave que el jamón serrano.
Para beber tienen varias etiquetas de vino y de cervezas italianas y canarias. Al final terminamos con un postre: el tiramisú. No era de una forma espectacular pero estaba bueno.
En general, fue una buena experiencia porque los chicos, una pareja, son muy amables. Una cocina de verdad italiana y es por eso que dos o tres veces al mes visitamos este lugar.