Aires canarios #4 – Néstor

Por Chiara Nardi

Es muy delgado, moreno, no es feo, tampoco guapo, y está orgulloso de sus orígenes árabes. Esa delgadez, unida a su manera de hablar en voz bastante baja, le da un aspecto inocente, de una persona en la que se puede confiar. Trabaja con los animales, perros, arañas y reptiles, y le dice a todo el mundo que los ama; sin embargo, aunque yo  llevo muchos meses ayudándolo en una perrera, todavía no podría afirmar si los ama de verdad, o si principalmente actúa por su propia conveniencia. Va diciendo que lee mucho, pero no creo que quiera hacer suyos los conceptos más profundos con los que se encuentra. Ama la música, cosas muy modernas principalmente, que le gusta poner a quien esté en el coche con él.

No puede evitar llegar tarde, y dejar a la gente esperándolo, creo que esto es debido a su inmenso amor propio. Su lado oculto lo descubrí solo poco a poco, sobre todo gracias al cuento de una conocida mutua: es un gran mujeriego, y todo ocupa un segundo plano con respecto a su objetivo principal. Claramente, para conseguir lo que quiere, no ahorra en mentiras, y no tiene reparos en incumplir su palabra. Le encanta estar sumergido en la naturaleza, y la de Canarias no le basta; su sueño es mudarse a Costa Rica y gestionar un hospital para animales. Un sueño muy noble, útil también para una sucia finalidad… De hecho, le viene muy bien como excusa para poner fin a sus relaciones.

Aires canarios #3 – Paco

Por Thiago Aquino Gomes

Es canario. Murciano. Bueno, nació en Canarias pero vivió mucho en Murcia. Tiene eso del ceceo y usa el «vosotros». A veces se confunde en la conjugación, pero es raro, … que pase. Me enseña mucho el español, la verdad, pues hablamos mucho. Él habla mucho. A veces no me deja hablar. A veces me corta. A veces me enfado. A veces le digo. A veces no.
Él también se enfada, tiene una vida dura. Cuida a su padre que tiene 86 años, casi 87, casi muerto. Lo ingresaron hace poco. Al padre. De hecho, Paco también es padre. Y un marido que fue traicionado, en Murcia. Y paga pensión. Sí que se enfada. No con la hija, a esa sí que la quiere mucho. La ve poco, pero la quiere. Seguro. Creo. Seguro.
Sus ojos oscuros casi no se notan, pues lo que más se nota son sus ojeras. Y la cara de cansancio le hace juego con su pelo gris. Pero es guapo. El pelo.
Paco, Paquito, tiene un gran corazón. El otro día, le dijo a un pobre que estaba en la puerta del mercado: «lo que quieras mi niño».  Le costó 17,03 euros, o coma algo…
El gran Paco es bajo, pero es el típico bajo que no se nota que es bajo. Toca el bajo, pero eso se nota. Tiene muchos, bajos,  más de diez… Muchas notas.

Aires canarios #2 – Pino

Por Lara Tarr

Mi vecina Pino es la jefa del edificio en el que vivo. No es la presidente de la comunidad, pero sí ha asumido el rol de jefa durante sus treinta años viviendo ahí. Suele comunicarse dentro del edificio con un silbido, ya sea para mandar a alguien a cumplir con algún deber comunitario, o simplemente para comunicarle a su vecina que ya les toca la hora del café, que siempre toman sentadas en la escalera entre sus dos pisos.
No obstante, a la hora de llamar la atención a un pobre vecino por no haber cumplido con alguna norma del edificio, su silbido apremiante se convierte en un discurso largo de voz alta y brusca. Sin embargo, siempre le sale una sonrisa al final del monólogo, como si todo fuera una broma, y siempre termina de buen humor. Parece que sus ojos muy curiosos están por todos lados, y eso, junto a su aire mandón, puede hacerla parecer chismosa. Pero Pino es una mujer de muy buen corazón que siempre está dispuesta a ayudar, siempre saluda y suele contar chistes.
A pesar de su carácter fuerte y formidable, es una persona muy bajita, hasta minúscula, y normal, con el pelo corto y castaño. Suele llevar delantal encima de su ropa de calle con zapatillas, lo cual le da aire de ama de casa trabajadora. Tiene solo un rasgo físico que destaca más que su dedo del pie torcido a 90 grados: su sonrisa dulce y amable.

Aires canarios #1 – Fátima

Por Gloria Buzzi

Fátima tiene una cara exótica de rasgos suaves, su piel es dorada y tiene los ojos oscuros. Su mirada, dulce y sonriente, hace sentir que no hay nada de qué preocuparse y trasmite tranquilidad, aunque sospecho que su vida de madre soltera que trabaja y sale de casa antes del amanecer no debe ser tan fácil.
No conduce y se mueve principalmente caminando, con paso lento, pero firme.
Cuando habla con su voz baja que casi no se puede oír suele tocarse la larga melena negra, que siempre está en orden, no porque vaya cada semana a la peluquería,  sino simplemente porque su pelo es exactamente como ella, bello y armonioso por naturaleza.
Ríe silenciosamente, sin que apenas se puedan ver sus dientes blancos y rectos. Hablar con ella resulta un poco incómodo, porque una teme ser demasiado ruidosa para sus oídos.
A pesar de que su cara refleja una personalidad dócil, tiene autoridad natural y sus hijos la escuchan y obedecen como soldados.
Ama el rigor del norte de Europa, donde vivió muchos años y adonde aspira a volver algún día.