UNA BELLA CIUDAD BÁVARA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
En palabras del periodista Oriol Pujés: “La mejor vista de la ciudad se obtiene desde Steinerne Brücke (Puente de Piedra). Es del siglo XII y, con sus 335 metros de longitud, es una obra maestra de la ingeniería de la Edad Media. Preside la entrada al puente una espectacular puerta con una torre del reloj flanqueada por dos grandes edificios, antaño almacenes de sal, un producto al que Regensburg basó su prosperidad.”
No sorprende que esta ciudad tenga en cada época del año muchos visitantes de todo el mundo por su encanto, su centro medieval, su ubicación cerca de tres valles de ríos (de los cuales dos desembocan aquí en el punto más septentrional del Danubio), por sus monumentos históricos, como el Puente de Piedra o la Catedral de estilo gótico y las torres altas que recuerdan a las emblemáticas torres de la ciudad de San Giminiano en la Toscana.
Regensburg fue una perla desconocida hasta que en el año 2005 un Profesor de Teología de la Universidad, el cardenal Josef Ratzinger, fue elegido como Papa Benedicto XVI. A partir de este momento la ciudad se convirtió en el centro de la atención de los medios y su carácter de ciudad tranquila y acogedora cambió. Además, Regensburg tuvo durante muchos años un alcalde muy diligente y afortunado que hizo que la ciudad se convirtiera en un centro de industrias innovadoras. Como consecuencia, ahora la ciudad es una de las más ricas de Baviera, con una tasa de desempleo muy baja. A causa de la gentrificación del centro de la ciudad, es muy difícil encontrar sitio en un restaurante durante los fines de la semana. Se recomienda hacer una reserva con un par de días de antelación. Advierto a los españoles que se cena muy temprano en esta parte de Alemania. La cocina de casi todos los restaurantes cierra a las 10 de la noche, la hora de cenar es entre las 18 y las 21. Esto es al contrario de las ciudades más grandes de Alemania, como Múnich o Berlín, que están mejor adaptadas al turismo en masa. Regensburg todavía es una ciudad pequeña, un poco provincial, con 150 000 habitantes, 30 000 de los cuales son estudiantes de las dos universidades.
La ciudad fue fundada en el año 169 d. C. como un campamento para la Legión Itálica durante el mandato del emperador romano Marco Aurelio; el fuerte se llamaba Castra Regina por su ubicación cerca de la desembocadura del río Regen en el Danubio. Todavía se encuentran vestigios de esta época en la ciudad, como La Puerta Pretoria. Durante la época de los Romanos vivían 8000 personas en el área que forma ahora el centro antiguo de la ciudad y lo que extraña es que que hoy en día viva la misma cantidad de gente en esta zona.
Yo recomiendo visitar 5 sitios emblemáticos de la ciudad:
El Puente de Piedra desde el cual se ofrece una buena vista al centro antiguo de la ciudad.
La Catedral de San Pedro, cuya construcción empezó en el siglo XIII y sus dos torres de una altura de más de cien metros fueron finalizados a finales del siglo XIX.
La Puerta Pretoria, que fue antiguamente la entrada septentrional de la fortificación romana. Impresiona que esté conservada desde hace casi dos mil años y destacan las grandes piedras de esta construcción.
La estatua de Don Juan de Austria, un testimonio de la historia interesante sobre todo para los españoles. El emperador Carlos V de España visitó Regensburg y se enamoró de una bella ciudadana, Barbara Blomberg que le dio un hijo, que fue aceptado como hijo legítimo por el emperador. Este señor ganó como almirante en el ano 1571 la batalla naval de Lepanto contra los turcos y se hizo héroe de su siglo.
El viejo Ayuntamiento con la Cámara Imperial, un lugar histórico, en el que se reunían durante la época del Sacro Imperio Germánico los representantes de los Estados pequeños. Esta organización se llamaba la Dieta Perpetua Imperial (Immerwährender Reichstag).
Regensburg ofrece muchas cosas interesantes más, como por ejemplo la Iglesia Escocesa de San Jacob, con unas puertas románicas, o el Palacio del Príncipe Thurn und Taxis, todavía una de las familias más ricas de Alemania que tenía antes el monopolio del servicio postal de media Europa. Pero yo recomiendo sobre todo disfrutar de un paseo por las estrechas calles de la ciudad y relajarse en uno de las terrazas con vistas a la Catedral y al río. En definitiva, hay muchos secretos más para descubrir en esta ciudad que tuvo la suerte de no ser destruida durante la Segunda Guerra Mundial.