Mis estudios universitarios en China estuvieron dedicados a la filología inglesa y trabajé como guía y traductora en el museo de la Ciudad Prohibida de Pekín. El conocimiento del alfabeto latino me favoreció mucho en el aprendizaje de otro idioma como el español.
Mi primer contacto con el español empezó cuando conocí a mi pareja, un canario, en Pekín, aunque al principio hablábamos en inglés por mi trabajo de aquel momento. Siempre he tenido interés por el estudio de idiomas, a pesar de que el entorno no ayudaba mucho al aprendizaje, pero, como dice un refrán chino, “el gusto es el mejor maestro”.
Mi primer acercamiento al español fue en el Instituto Cervantes en Pekín, durante un mes de curso intensivo. Tengo muchos recuerdos de mi primera profesora, su forma de enseñar era dinámica y activa, utilizaba los cinco sentidos para ayudarnos a captar el feeling con el español. Aun así, el tiempo era demasiado corto para llegar a un nivel mínimo de comunicación, sentí la dificultad de la conjugación de los verbos y el ritmo de hablar era inalcanzable.
Cuando llegué a España solo sabía saludar y despedirme. El inglés me ayudó mucho para no quedarme fuera de todo, pero la sensación de no entender nada del entorno era horrible. Empecé a estudiar sistemáticamente en una academia privada enfrente de mi casa con las dos únicas profesoras de la escuela que nos enseñaban un día vocabulario y otro día gramática. En casa dedicaba todo mi tiempo libre a estudiar, escuchar noticias, ver las películas con subtítulos en inglés, leer y hablar con los amigos, lo que podía. Era un principio de inmersión en el español y mis oídos se han abierto totalmente desde entonces. Después de medio año entré en la EOI con un nivel de B1, allí empezó un camino no tan fácil como al principio.
Otra etapa significativa en mi proceso del aprendizaje fueron los años en los que estudiaba la carrera de Estudios de Asia y África en la Universidad Autónoma de Madrid; agradezco inmensamente esos cuatro años de formación, que no solo mejoraron mi nivel de español sino que también ampliaron mis conocimientos, mi visión de Occidente y mi profesión como profesora de chino.
Creo que ya no tengo tantos obstáculos con el castellano, ni en la vida cotidiana, ni en el trabajo. El desafío actual lo tengo en la producción escrita, no hay atajos en este camino salvo la práctica, escribiendo. Mi objetivo es conseguir un buen nivel en la escritura y conocer mejor la gramática española y su uso. Sé que no podré tener el nivel de un nativo, pero mi compromiso con la educación me obliga a tener un nivel alto en todos los aspectos.